Atención. Mecanismo básico que permite que la persona pueda centrarse en cualquier actividad que se proponga, sin perder el curso de la misma, pudiendo mantenerse un periodo inmerso en una actividad (estudiar, conducir, leer un libro, ver la televisión, seguir una conversación, llevar a cabo cualquier tarea doméstica y rutinaria del hogar…).
Memoria. Las dificultades se pueden hacer patentes en la vida diaria presentando problemas para retener la información que directa o indirectamente se le administre a la persona (lo que ha hecho el día anterior, quién ha llamado por teléfono, conversaciones, películas, lectura de prensa y libros, e incluso se puede repetir en determinados aspectos por olvidar que ya habló de ellos…), así como de memoria prospectiva (qué tiene que hacer mañana, qué hay que comprar, qué comida había que hacer hoy…). Igualmente, los problemas de memoria pueden conllevar la imposibilidad para reconocer caras y personas familiares (se puede tomar a la esposa y a los hijos como extraños), o el espacio inmediato en el que nos movemos (desorientarse y perderse en un lugar conocido).
Praxias. Exploradas mediante el estudio de la motricidad, lateralidad manual, la orientación derecha/izquierda, la coordinación visomotora y la realización de movimientos y gestos con las manos (complejas) y con la boca y cara (orofaciales).
Lenguaje. El lenguaje se puede ver alterado de diferentes formas, constituyendo cada una de ellas un síndrome característico (afasia/disfasia).
Funcionamiento ejecutivo. Posibilita manejar adecuadamente la información que nos llega, permitiéndonos comprender e integrar eficientemente las exigencias de la vida diaria, y actuando de una manera programada y planificada, anticipando las consecuencias de nuestra conducta (elaborar la comida, las actividades domésticas, hacer la compra, los deberes…).
Percepción. Un déficit en esta función cognitiva implica:
Cognición espacial. Un deterioro en dicha función lleva consigo: